Reflexiones al borde de un precipicio
Cogito, ergo sum.
{R. Descartes}
Pensar que si nos aislamos del mundo
hostil que nos cerca y amenaza cual
terrible enemigo dispuesto a robarnos
la identidad el trabajo nuestros impuestos
y el bien estar común…
Pensar que si construimos un muro
de hormigón o cuchillas para protegernos
de la invasión de los bárbaros que vienen
a por nuestras mujeres y otros bienes
de supuesto consumo fácil…
Pensar que si volvemos a creer en los tipos
raros y gritones que nos prometen en altas
voces o en melifluas insinuaciones
(como el flautista de Hamelín) barrer
de nuestro entorno las ratas de fuera
de nuestras fronteras…
Pensar que si nos atenemos a las consignas
guerreras de los hooligans de la política
que deturpando el lenguaje corriente
nos quieren convencer con palabras de odio
y miedo a despreciar y a expulsar todo aquel
que no sea de nuestra raza de nuestra sangre
de nuestra religión de nuestra patria…
Pensar que estamos siempre dispuestos
a responder con total indiferencia y no
con algo de humanidad a las carencias
o a la mala suerte de un vecino pobre
o de alguien que de hoy para mañana
recibe el diagnóstico de un cáncer…
Pensar que los malos de cualquier historia
son los otros, unos monstruos salvajes, y no
personas normales y corrientes como tú y yo
que en las mismas circunstancias (por más
absurdas que fuesen) haríamos acaso lo mismo:
insultar, calumniar, humillar, asesinar…
Pensar que podemos enterrar nuestro pasado
por más oscuro y abominable que haya sido y
taparlo con bellas metáforas y gritos patrióticos
para así camuflar nuestra responsabilidad y
la de nuestros antepasados…
Pensar que la mujer es un producto de consumo
barato que cualquier macho puede aprovechar
para hacerse una paja o hasta violarla y quizás
en seguida matarla para que no caiga
en la tentación de denunciarlo…
Pensar que el forastero los forasteros
el refugiado los refugiados el negro los negros
el musulmán los musulmanes el indio los indios
no son seres humanos —como tú y yo—
son más bien el enemigo los enemigos
a combatir a vencer a expulsar a aniquilar…
Pensar que nuestra sangre y solo la nuestra
tiene el derecho a respirar nuestro aire y
beber nuestras aguas comer nuestro pan y
nuestra carne y alzar nuestra bandera…
Pensar que todo eso está bien y es la más pura
y sacrosanta verdad por la que hay que luchar
y gritar en las calles y platós en los púlpitos y
palcos de todos los pueblos y ciudades del reino…
Qué tristeza y qué rabia qué mala costumbre
qué infamia más grande no usar el cerebro
(esa pequeña porción de masa gris que nos
distingue de otros mamíferos)… qué pena
no saber usarla para pensar en buenas ideas
y soluciones de orden práctico
y de beneficio
para todos
para todos
para todos
y no para envenenar nuestros corazones
con insultos y mentiras con datos falsos y
fake news con promesas vanas y el engaño
barato… con desfachatez y con cinismo
con esa lacra que tanto nos humilla
humilla y avergüenza…
© Copyright by text&music, J.R.Bustamante, 2019 (en Versos dispersos)