Aquella noche de setiembre, fuiste
tan buena para mí… hasta dolerme!
(Cesar Vallejo, Los heraldos negros, Setiembre)

Saludo tus tristes ramas verdes
con tus mirlos y gorriones que les dan
un aire de fiesta desigual y saludo tus besos
menos dulces que en la primavera pasada…
ya me voy, no, me quedo porque esa es la orden,
has de quedarte sin besos ni muchas alegrías,
y pasarás por mis ventanas cerradas con tus oros
y alegrías pospuestas, no sé si por mis pecados
o si por un crimen ajeno, una noche de septiembre
fuiste tan buena para mí en mi país tropical, y fue
una mañana de septiembre cuando soñé esta
pesadilla de abril sin caras alegres y momificadas
por la presencia invisible de un mal que acecha
a ricos y pobres a jóvenes y viejos a hombres
y mujeres por más que intentes reprimir el dolor
la rabia y las ganas de gritar y blasfemar contra
los dioses o un dios o una diosa incapaces todos
de poner freno a los males del mundo, igual
en verano que en primavera, aún así quiero
mandarte un beso robado invisible prohibido
a través de la voz diferente este año del mirlo
que sin saber lo que pasa ha vuelto a cantar
frente a mi ventana y a traerme recuerdos
viejos recuerdos que consideraba perdidos
en otro jardín de un país que ya no es el mío,
perdón, ya me voy, no, me quedo porque ese
es el precepto imperial presidencial sin el cual
quizás no habrá jamás otra primavera… como
ya no habrá para los que se llevó
la negra noche de la nada…

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de “Modulaciones en sol menor”